Here’s a post from my friend Paul. I translated it into Spanish and then used it when I preached at La Viña de Laderas yesterday:
Un amigo de nosotros está postulando para ingresar en el seminario y tenía que escribir un ensayo sobre “La Iglesia.” Ha escrito sobre algunos temas y desafíos muy comunes que enfrentan las iglesias de hoy: la disminuición de membresía, ¿cómo ser relevantes en el mundo?, cuestiones de sobrevivir. Y estoy seguro de que estos son los problemas que el seminario quiere resolver.
Pero creo que estas preguntas realmente son las preocupaciones de instituciones humanas (sean iglesias o no) y tienen muy poco que ver con “la Iglesia.” En cambio las imágenes en la Biblia que son más orgánicas, por ejemplo “el cuerpo de Cristo” o “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos,” señalan algo bastante diferente. Si estas imágenes son correctas, entonces la vida y naturaleza de la iglesia no están decididos atravéz de nosotros, sino de Cristo. No es nosotros, nuestras elecciones o acciones o reglas, que hace la iglesia lo que es. Es Jesús. La iglesia es la manifestación colectiva y comunitaria de Jesús en el mundo. Si Jesús no está en ella, no es la iglesia. Si no tiene la misma manera de Jesús, obediciendo a él como cabeza, haciendo su obra, amando con su amor, entonces no es la iglesia. Realmente no es un asunto que nosostros decidimos o hacemos suceder. No es un asunto, ni desafío, ni cuestión que nosotros solucionamos. La iglesia es, y no puede ser ningún otra cosa, Cristo.
Obviamente, con eso ya resolvemos la cuestión de “sobrevivir” también. Nuestras instituciones pueden morir (todas lo harán al final, cada uno de ellas). Pero Cristo no morirá. Al menos, la resurreción demuestra eso. Así que nosotros no tenemos que preocuparnos que la iglesia no permanecerá. No es un asunto que tenemos que tratar de solucionar; si estamos luchando por permanecer, queda muy claro que nuestra lucha no es por la iglesia.
La iglesia vive porque Cristo vive. La iglesia es compasivo y valiente y santo porque estos son los atributos de Cristo. Esos no dependen de nosotros. Lo que depende de nosostros se trata de eligir ser parte de su iglesia o no. Si aceptarémos la invitación y el abrazo de Jesús o no. Si nos dejarémos estar dirigida y inspirada y movida por Jesus o no. La dirección y naturaleza y membresía de la iglesia no están en nuestras manos. Solamente podemos aceptar la iglesia que Jesús nos ofrece, o rechazarlo. Y no es suficiente tomar la decisión una vez, sino en todos momentos para siempre.